El pasado viernes, 27 de marzo de 2020, el Papa Francisco oraba, en una Plaza de San Pedro completamente vacía, por la pandemia de coronavirus que comenzó el 1 de diciembre de 2019 en la ciudad de Wuhan (China) y que hoy afecta a más de 190 países. Momentos intensos de oración ante la imagen del Cristo de San Marcelo o Cristo de la Peste y el icono de María Salus Populi Romani, patrona de la Ciudad de Roma. El Para Francisco impartió, de manera extraordinaria (sólo se hace el día de Navidad, el Domingo de Resurrección y el día de la elección de nuevo Papa), la bendición Urbi et Orbi con la Custodia a la que había adorado momentos antes a la entrada de la Basílica de San Pedro, justo en el lugar donde está la inscripción conmemorativa de la apertura del Concilio Vaticano II (11 de octubre del 1962).
Una oración, a partir del pasaje evangélico Mc 4, 33-41, de la que todos pudimos participar a través de los canales de TV y de Internet, una oración para la confianza (“¿Por qué tenéis miedo?”), la fortaleza, la comunión y la esperanza. Una oración para seguir adelante teniendo presentes a todos aquellos que están viviendo la enfermedad, a quienes les atienden y a quienes nos cuidan a todos.